Pasan 25 minutos desde que aterrizó el avión y mi padre no sale por la puerta. Estoy intranquila y tengo motivos. Si conocieseis el lado aventurero de mi padre y todos los productos porcinos que viajaban en la funda de su guitarra lo normal sería que lo metieran en el cuartucho de interrogatorios. Pasan los minutos y sale victorioso por la puerta, como el que sabe que acaba de colar jamón en sitio prohibido. Acompañado por la señorita del Hala, un gorro, su maleta y una guitarra (sí, una guitarra para ir de vacaciones a Kuwait, ese es el nivel). Por fin llegó la primera visita!
Y como es la primera visita que recibimos y mi padre escribe un millón de veces mejor que yo, que mejor que él mismo para contar sus aventuras kuwaitís y animaros a venir. Así que las dos siguientes entradas están escritas por mi padre. Estoy segura que os gustará y os sorprenderá.
VACACIONES EN EL DESIERTO 13.1
Entré en aquel recinto amplio, con mucha luz natural y el aire acondicionado a ventipocos grados, bastante agradable. Había poca gente, una pareja de guiris ochenteros ( o eran ochentones?)...
En cualquier caso, eran expat, que es como los kuwaitíes de seu, los hijos de padre y madre kuwats (este palabro me lo quedo) distinguen a los extranjeros occidentales de los pobriños de los pakistanís, indios, filipinos... que son literalmente seres considerados inferiores.
Los demás visitantes eran dos niños correteando bajo la mirada sonriente de una nanny, hindú, malaya, tal vez bangladeshí, y algo alejada, la que supuse era la madre de los dos niños y de otras dos niñas un poco mayores que los infantes, y que pegadas a su madre jugaban a ser emiresas. La madre, que no hacia puto caso a ninguno de los cuatro (para eso, las nannys),iba tapada con un burka kuwat, que consiste en un cubre todo-absolutamente-todo negro, excepto la línea de los ojos. Con unos finos guantes,negros también, un relojazo que aparentaba pesar tres cuartos de kilo, una pulsera punki(picos puntiagudos, tachuelas troqueladas) todo de oro, of course, y al cuello una cadena con un medallón en forma de pulgar arriba también en oro del más caro que tenga.
Y no podría negar que la observé un poco embobado de mas, sonche así, Alá no me adornó con el don de la discreción. Notó que la miraba, y yo noté que lo notaba; sin encambio, me dio la espalda, sacó un móvil con la funda de oro blanco y cristales swarosky, y se puso a teclear, pasando de mi.
Después de caminar unos pasos observando artesonados de maestros muy sonados, me paré asombrado por una vidriera que ocupaba casi toda el ala izquierda de la sala. Diminutas estrellas de ocho puntas se alojaban en círculos de rombos, que a su vez eran el exterior de otras estrellas, que contenían en cada una de sus puntas los hexágonos que a su vez... enredándome hasta el mareo.
Los colores que mostraba eran realmente vivos, nítidos, con antiguas pigmentaciones recogidas en el desierto, alquimia y geometría de colores que transmitía no solo belleza, sino también la plenitud que acompaña a veces algunos de nuestros actos, de esos que tienen que ver con el amor, con los sentimientos, y hasta con el kharma, con las experiencias zen y la búsqueda del camino (aunque yo te soy más del on the road de Jack Kerouac).
Después de no sé cuánto tiempo, bajé la cabeza despacio, porque el cuello, en aquella postura, pedía la campana. Y noté dos cosas:
-Que un kuwaití con cara de muy, muy pocos amigos, con su dishdasha inmaculada, su pelo rapado al uno, la barba enorme y un poco barrigón, clavó sus ojos primero en mi, luego en mis sandalias, y volvió a mí.
Lo miré con cara de ..."buenos días, que tal? bien? yo por aquí, de buen rollo", miré mis sandalias de mercadillo, y a el otra vez y de nuevo las sandalias. (no entendia nada, ¿quen ronca ahí?)
Lo miré otra vez y no pude evitar que se oyera el joooodeeeeeeeeeeer !!!.que solté. Bajé la cabeza y vi la pequeña alfombra: preciosa, espectacular, rodeada con lámparas de aceite y pequeños cuencos con cortezas perfumadas, humeando a jazmín, a rosa y jengibre, a "soy alfombrasanta"... y entonces noté la segunda cosa:
-Estaba pisándola con mis dos, sendos y ambos pies, como un señor, con dos...
¡Mi madriña !, salté para atrás y me disculpe de él en tres idiomas que intuí nos eran comunes, y creo que, aunque un poco desganado , aceptó mis disculpas en un par de ellos, y con unos braceos algo violentos, unos giros de muñeca bastante acusados y repetidostocamientos de cabeza, creí entender que me decía que "la próxima vez, mira por donde pisas, julai", sobre todo el gesto final que hizo: tocarse suavemente varias veces el párpado inferior del ojo derecho con el dedo índice de la misma mano.
Me despedí de el por última vez, esta vez en galego: "deica loguiño, meu" -por aquello de dejarlo intrigado-, y me dirigí a la puerta de salida del lujoso centro comercial.
la bofetada que me dio el aire al asomar a la calle, (hoy marcaba 46), me recordó, como haría tantas veces en estos días, que acababa de llegar hacia apenas 24h.a Kuwait.
A ver a la filloa. Y a Carlos (éste será siempre la coletilla: "y Carlos") ( coletilla? pues no es GRANDE ni ná).