Lluvia en el desierto. Lo que os faltaba por oir ya no? Os cuento y me comentáis luego que os parece. C. y yo
vivíamos antes en un 7º piso. Séptimo, no os olvidéis de este punto.
Transcurría el invierno más apacible que recuerdo en toda mi vida, cuando las noticias locales, las conversaciones de ascensor y los periódicos hablaban sobre las fuertes inundaciones en países fronterizos, la
nieve sobre las pirámides de Egipto y demás síntomas de cambio climático. En
Kuwait, un par de días llovió un poquito, para una gallega nada de nada, pero
estamos en el desierto, voy a darles un poco de cancha.
Una mañana
nos levantamos y al buscar el sol en la ventana de la habitación, nos
encontramos con un día muy nublado y una amenaza de lluvia inmediata que se
hacía patente a través de los quejidos de mi rodilla. Soy como las viejas,
adivino cuando va a cambiar el tiempo. C. prepárate que va a llover.
El día pasó
entre el que sí llueve y el que va a abrir. Un chaparrón por aquí y otro por
allá hasta que 10 minutos antes de irnos a la cama empezó a caer el diluvio
universal. Soy gallega. He visto llover muchos días en mi vida y nada como
aquello. Al minuto de empezar vimos un charco considerable en el salón justo al
lado del sofá. ¿? Si está todo cerrado porque hay agua en mi salón? Pues
resulta que en el marco de las ventanas, en el aluminio, los obreros decidieron
hacer un agujero a taladro que atraviesa toda la ventana y que deja entrar el
agua alegremente. Seguimos desconociendo su utilidad a día de hoy. Así que ponte
a buscar un tapón que encaje y llena el carril de las ventanas de papel porque
el agua se cuela por todos lados.
Decidimos
que el imprevisto del salón está solucionado y nos vamos a dormir. En nuestra
habitación hay una pequeña terraza. Pues en los 5 minutos que llevaba lloviendo
el agua en la terraza nos llegaba ya a los tobillos. Oh my god! Aquello no
dejaba de subir. C. se armó con un afilador de cuchillos e intentó desatascar
el desagüé de la terraza. Error. El desagüe no estaba atascado. El iluminado
que lo puso, lo hizo con tres codos a modo de tubería por lo que el agua no
daba salido del recorrido. Y ahora qué?!?!? Pues solo nos quedaba esperar a que
dejase de llover, rezar para que no siguiese subiendo el agua y no entrase en
la habitación o patalear. El agua subió algunos centímetros más, achicamos la
que pudimos y quedó a ras del suelo de la habitación. 2 minutos más de lluvia y
podemos ponernos las aletas.
La
sensación de angustia por ver como se te inunda la casa y no puedes hacer nada
fue bastante curiosa. Una mezcla de risa floja y preocupación, que al final
resultó ser divertida. Solo podía pensar: “vivo en un séptimo, a ver cómo c*** le
cuento yo a mis amigos y mi familia que se me ha inundado un séptimo piso en el
desierto…”.
Al final va a ser cierto eso que dicen que
los gallegos llevamos la lluvia donde vamos. Mi primer invierno en el desierto
y es el año más lluvioso que se recuerda en Kuwait. Tampoco penséis que se
convirtió ésto en la Galicia profunda eh! Solo llovió 8 días… todo un récord!
La mejor
imagen que refleja el agua que cayó, las infraestructuras que tienen y lo
tocados que están de la cabeza son los siguientes vídeos. Prometo que es de
verdad y hay muchos más con la gente sacando sus kayaks a las carreteras o sus motos
de agua. This is Kuwait.