jueves, 29 de mayo de 2014

Nunca llueve a gusto de todos



Lluvia en el desierto. Lo que os faltaba por oir ya no? Os cuento y me comentáis luego que os parece. C. y yo vivíamos antes en un 7º piso. Séptimo, no os olvidéis de este punto. Transcurría el invierno más apacible que recuerdo en toda mi vida, cuando las noticias locales, las conversaciones de ascensor y los periódicos hablaban sobre las fuertes inundaciones en países fronterizos, la nieve sobre las pirámides de Egipto y demás síntomas de cambio climático. En Kuwait, un par de días llovió un poquito, para una gallega nada de nada, pero estamos en el desierto, voy a darles un poco de cancha.

Una mañana nos levantamos y al buscar el sol en la ventana de la habitación, nos encontramos con un día muy nublado y una amenaza de lluvia inmediata que se hacía patente a través de los quejidos de mi rodilla. Soy como las viejas, adivino cuando va a cambiar el tiempo. C. prepárate que va a llover.

El día pasó entre el que sí llueve y el que va a abrir. Un chaparrón por aquí y otro por allá hasta que 10 minutos antes de irnos a la cama empezó a caer el diluvio universal. Soy gallega. He visto llover muchos días en mi vida y nada como aquello. Al minuto de empezar vimos un charco considerable en el salón justo al lado del sofá. ¿? Si está todo cerrado porque hay agua en mi salón? Pues resulta que en el marco de las ventanas, en el aluminio, los obreros decidieron hacer un agujero a taladro que atraviesa toda la ventana y que deja entrar el agua alegremente. Seguimos desconociendo su utilidad a día de hoy. Así que ponte a buscar un tapón que encaje y llena el carril de las ventanas de papel porque el agua se cuela por todos lados.

Decidimos que el imprevisto del salón está solucionado y nos vamos a dormir. En nuestra habitación hay una pequeña terraza. Pues en los 5 minutos que llevaba lloviendo el agua en la terraza nos llegaba ya a los tobillos. Oh my god! Aquello no dejaba de subir. C. se armó con un afilador de cuchillos e intentó desatascar el desagüé de la terraza. Error. El desagüe no estaba atascado. El iluminado que lo puso, lo hizo con tres codos a modo de tubería por lo que el agua no daba salido del recorrido. Y ahora qué?!?!? Pues solo nos quedaba esperar a que dejase de llover, rezar para que no siguiese subiendo el agua y no entrase en la habitación o patalear. El agua subió algunos centímetros más, achicamos la que pudimos y quedó a ras del suelo de la habitación. 2 minutos más de lluvia y podemos ponernos las aletas.

La sensación de angustia por ver como se te inunda la casa y no puedes hacer nada fue bastante curiosa. Una mezcla de risa floja y preocupación, que al final resultó ser divertida. Solo podía pensar: “vivo en un séptimo, a ver cómo c*** le cuento yo a mis amigos y mi familia que se me ha inundado un séptimo piso en el desierto…”.


Al final va a ser cierto eso que dicen que los gallegos llevamos la lluvia donde vamos. Mi primer invierno en el desierto y es el año más lluvioso que se recuerda en Kuwait. Tampoco penséis que se convirtió ésto en la Galicia profunda eh! Solo llovió 8 días… todo un récord!

La mejor imagen que refleja el agua que cayó, las infraestructuras que tienen y lo tocados que están de la cabeza son los siguientes vídeos. Prometo que es de verdad y hay muchos más con la gente sacando sus kayaks a las carreteras o sus motos de agua. This is Kuwait.




No hay comentarios:

Publicar un comentario